Por Sebastián Manestar
En la época de oro de las series de televisión, hay millones de personajes que pasan rápidamente al olvido. Pero Jesse Pinkman no es uno de ellos. Después de seis años, vuelve a la pantalla el mítico vendedor de droga creado por el gran Vince Gilligan.
El 11 de octubre es el día elegido por Netflix para estrenar la película que todos los cinéfilos estábamos esperando: El Camino: A Breaking Bad Movie. Con 62 episodios (2008-2013) de más de 45 minutos cada uno, Gilligan nos propuso una experiencia televisiva inigualable. En esta oportunidad, nos regala un thriller psicológico sólido, entretenido y filmado como los dioses (aunque lamentablemente nunca la veremos en el cine), que retoma la acción inmediata donde corta la última escena de la serie.
Esta película viene a responder interrogantes que quedaron pendientes para darle a Pinkman un cierre como se merece. Por última vez (¿será?), Aaron Paul se calza la campera de cuero para ponerse en la piel de Jesse, que tras escapar dramáticamente del cautiverio, debe enfrentar los fantasmas de su pasado para forjar su futuro. Pareciera que Paul nunca salió de personaje, que está hecho a su medida. En esta ocasión, se luce como en toda la serie, o más aún. Los cameos que no describiremos, la ciudad de Albuquerque, el desierto, el Yeah Bitch y demás elementos utilizados por Gilligan (guionista, director y creador) nos vuelven a insertar en este mundo inolvidable y nostálgico.
Hace unos meses, los dos protagonistas de Breaking Bad, Aaron Paul y Bryan Cranston, publicaron en sus redes algunas fotos de ellos dos juntos en locaciones donde antes filmaban la serie. Esto desató la locura entre los fans ante el rumor de la llegada de una nueva entrega que los reuniera. Sin embargo, la realidad era que los actores estaban incursionando en el negocio del mezcal con su nueva línea Dos Hombres. De todas maneras, el sueño de los seguidores de la serie se hizo realidad: meses después Netflix anunció El Camino: a Breaking Bad Movie, la cual se gestó con completo hermetismo bajo un nombre falso (Greenbrier).
Breaking Bad siempre estará en los primeros puestos de los rankings históricos de las series. Vince Gilligan redobló la apuesta al crear el spin off de un rol secundario: Saul Goodman (Better Call Saul). La serie del abogado corrupto de Walter White no solo mantiene la calidad de la predecesora sino que profundiza y explora nuevas aristas del submundo delictivo de Nueva México.
El Camino no decepciona. Tiene momentos de tensión pura que se complementan a la perfección con el uso de flashbacks, de instantes claves y emocionantes. Las comparaciones con la serie se harán presentes, pero igualar los dos productos sería injusto: es distinta la búsqueda artística y narrativa. Además, cualquier pieza audiovisual perdería si se enfrentan a la que fue, quizás, la mejor serie de la historia. La idea de Gilligan es tomarla como un epílogo extensivo de las aventuras de Walter White y Jesse Pinkman, para luego animarnos a soltar.